jueves, 10 de septiembre de 2009

A-XXI

Era de noche en la ciudad, que dormía tranquila. En el laboratorio que se hallaba en las afueras, los científicos estaban creando un robot ayudante. Sería muy útil, especialmente para las empreseas, ya que poseería una gran inteligencia. El robot podría hacer de todo: desde cálculos imposibles hasta lo más simple, como cocinar o limpiar. Le transplantarían pelo humano y piel sintentica, casi igual a la humana, solo que con una propiedad resistente al fuego, agua y electricidad. Esto fue idea de uno de los técnicos encargados de programar al robot. La idea era que los niños tambien pudiesen relacionarse con el, ya que tendria la opcion de poder conversar con cualquiera, y que si solo fuera de metal, es posible que los mas pequeños se asustaran, y las ventas caerían.
Todos trabajaban día y noche, asegurandose que el robot no tuviera ningún fallo.
En esos momentos, fuera del laboratorio, estaba Joaquín López Romera, el diseñador e ideologo d este robot. Era un anciano con una pequeña barba blanca, alto y algo delgado. Tenía cincuenta y dos años, pero su inteligencia cada vez era mayor. Estaba siendo entrevistado por la prensa:
- ¿Cuántas posibilidades tiene su robot de fallar en algun momento de catástrofe?
- Oh, no fallará. Ahora estamos actuando cuidadosamente con cada detalle, todo al milímetro. Es imposible que pueda pasar algo.
- Pero, si falla por cualquier motivo... ¿Qué porcentaje tiene de que esto ocurra?
- ¿¡¡Porqué siempre van preguntando por los fallos y no por los logros!!? ¡No permito que se cuestione mi eficencia o la de mis hombres! Buenas noches.
- Pe... pero... - No pudo continuar, Joaquín entró al laboratorio y cerró la puerta.
Al entrar, fue directo a mirar al robot, que descansaba tranquilo en un tubo, rodeado de cables y de agua. Se acercó a un chico joven, algo más alto que él, de pelo negro y alborotado y unas gafas negras y cuadradas, que le hizo señales para que se acercara.
- Oiga jefe, ¿podría decirme el motivo de porqué hemos tenido que cambiar el sexo del robot? No es muy común hacer androides de mujeres.Además... - añadió mientras miraba el cabello de aquella mueje mecánica, que ondulaba en el agua. Era de color castaño rojizo, largo y ondulado. Se movía en el agua de forma ipnótica. Luego, puso la mirada en la zona del busto - Nos pueden tomar por degenerados... - dijo al fin - ¡Lleva una ciento diez!
- Ciento veinticinco, Santiago - Contestó, al joven se le abrieron mucho los ojos - Y antes que me sigas haciendo preguntas, te las voy a contestar: En la zona del tórax, lleva un pequeño ordenador, (o en el caso de los humanos el corazón) pero abultaba demasiado, ya que ahí puede almacenar una memoria que supera la capacidad de mil ordenadores, para que sea imposible saturarla. Así que imaginate como tiene que tener la pobre, de pesado el pecho. Y en un hombre, eso habría quedado poco estético.
- Ya... comprendo, gracias señor.
- Eres un novato muy curioso Santiago Lloret, deberías ser mas calmado.
Y se quedó callado. Los dos contemplaban la figura aún inacabada, ya que era todo metal, con forma y cabello de una mujer joven, una veinteañera. Santiago, observó detenidamente cada detalle, y se fijó en que en su brazo izquierdo, a modo de tatuaje, en la zona de arriba, llevaba escrito "A-XXI"
Dos horas mas tarde, Santiago y Luis, el guardia de seguridad, se quedaron para vigilar al robot, y evitar que nadie entrara para copiar o hackear la información de los ordenadores. Mientras Luis vigilaba la enorme sala, Santiago estaba en el ordenador central, mirando las cámaras y vigilando que no ubiera nada anormal en el desarrollo nocturno del robot. Estaba cenando, ya que llevaba casi todo el dia en ayunas, mientras veia a la chica que flotaba sujeta por un monton de cables, grandes y pequeños. Se imaginaba como estaría acabada, y como sería el tacto, aunque eso ya se lo imaginaba, ya que era practicamente igual que la carne humana, solo que cien veces más resistente a todo. Y en ese silencio, alguien se puso detrás de él y lo apuntó con una pistola.
- ¡¡¡Bang!!! - Gritó el individuo, y Santiago dio un brinco, levantandose de la silla inmediatamente, y detrás de él, estaba Luis, muerto de risa.
- ¡Dios, no puedes ser mas infantil porque eso sería imposible! - Le gritó Santiago, aún algo asustado. Fue a beber agua, pero, cuando se dio la vuelta, vio que la botella abierta y la bandeja de la comida se había caido parte al ordenador, y parte al suelo. Luis también se dio cuenta de eso. Se miraron horrorizados, no se podrían ni imaginar la bronca que les podrían echar. Pero, para colmo, comenzó a sonar la alarma. Se temieron lo peor y miraron al robot. Estaba con los ojos abiertos, unos ojos rojos y brillantes, que iluminaban media sala.
Comenzó a empujar el cristal, cada vez mas fuerte, y lo fue rajando con esa fuerza, hasta que dio de sí y se rompió. Toda el agua que contenía, comenzó a salir, los cables, se desenganchaban de ella, soltando descargas eléctricas. Dio unos pasos hacia alante, y cada paso se oían los trozos de cristales rompiendose. Y una vez fuera del tubo, se paró en seco.
Los dos chicos estaban a dos metros de ella, inmóviles. Pasaron unos segundos mientras observaban a aquella criatura hecha de metal. Santiago se volvió hacia Luis, mientras el agua aún salía del tubo, y llegaba hasta ellos, y dijo en un susurro:
- Corre, y corta la luz
En ese momento el robot los miró a los dos, estaba quieto completamente, observandoles y analizandoles. Entre tanto, Luis fue lentamente hacia el cuadro de luces. Santiago seguía observando el panorama, y vió en el pie del robot los cristales y el agua, y los cables de electricidad que se movían como serpientes, y soltando chispas. Soltó un grito ahogado, y se volvió hacia Luis, y gritó:
- ¡¡Rápido, corre, corta la luz o tendremos pro....!!
No pudo acabar la frase porque el robot le había lanzado una silla que se hallaba en el escritorio que estaba al lado del tubo. Se cayó al suelo, y Santiago miró como pudo hacia atrás, como pudo, ya que se le habían caido las gafas. Las buscó a tientas por el suelo, pero antes de poder cogerlas, el robot puso su pie sobre su espalda, y comenzó a presionar. Y la luz se apagó. "Por fín, las chispas pararon..." Pero el robot no se apago, cosa que él ya sabía por desgracia; el robot funcionaba con batería. Una luz le dio muy fuerte en la cabeza, e imagino que era del robot, que le miraba. Cada vez presionaba más y más. Santiago se quedaba sin respiración. Hasta que algo en su espalda hizo "crack" y el chico se quedó inmóvil en el suelo. No contento con eso, el robot pisó una vez mas, más fuerte, destrozando su espalda, y matando por completo a Santiago. A pesar de todo eso, siguió pisoteando al chico, hasta reventarle los órganos internos, y comenzó a brotar sangre de todos los orificios de su cuerpo, mientras su piel se volvía amoratada por la sangre que circulaba sin rumbo en su interior.
Luis, observaba esa desagradable escena pálido como el marfíl. La máquina ahora, fijó su mirada en él, y comenzó a avanzar hacia él, cada vez más rápido. El policía muy asustado, tembloroso, logró coger su pistola y comenzó a disparar contra la máquina, fallando dos veces, en una dándole a su amigo ya muerto en la cabeza. "mierda, lo que le faltaba" pensó. Le apuntó al pecho, ya que si tan humano habían intentado hacerlo, si le disparaba ahí, el robot podría pararse. Era una pequeña suposición pero por probar... La bala salió disparada de la pistola, atravesando su pecho y dándole en el ordenador central. Comenzaron a saltar chispas del agujero que se formó por la bala. Comenzó a temblar, los ojos le parpadeaban como un intermitente. Luis observaba rezando porque no se cabrease más. Tras unos segundos, los ojos del robot se apagaron de nuevo.

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