viernes, 4 de septiembre de 2009

Reflexión



Era de noche, para variar, mis ojos lloraban. Un recuerdo oscuro de mi infancia me había vuelto a atormentar el sueño. Miré el reloj. Las cuatro y media de la mañana. Resoplé. Estaba harta de esa sensación, de ese dolor…de ese miedo. Estaba en mi cuarto, completamente a oscuras, veía sombras volando a mi alrededor, puede que productos de mi imaginación, o puede que espíritus vigilándome, o quizás riéndose de mi, por no saber luchar contra mi propio recuerdo. Las veía difuminadas, yendo de un lugar a otro de mi cuarto sin rumbo fijo. Me daban envidia. Yo quería volar, quería dejar de ser vista por todos…Y, porqué no decirlo…preferiría estar muerta antes que con esto acechándome. No era ni una sombra ni un espíritu lo que me acechaba, sino un vacío en mi interior, cada vez más fuerte. Me sentía muy sola, demasiado… Siempre tuve esta sensación, siempre pensé que moriría tal y como estoy ahora: Asustada, triste, llorona, melancólica. Mi vida era terrible, a mis dieciséis años, cuatro, los había pasado en el instituto a base de insultos, ya que los gilipollas de turno, siempre se metían conmigo, por no ser una “Barbie”. Tenía mi autoestima por los suelos… y ya no sabía que hacer con mi vida.

Pero, de repente, tras unos veinte minutos de lamentos me acordé de algo maravilloso en mi vida. Algo que me ha hecho cambiar hasta el día de hoy: Mis amigos, que siempre me han apoyado y han demostrado ser grandes personas, y… sobretodo, él. Sonreí, me acordé de su rostro en la pantalla, de nuestras conversaciones por el frío Messenger, que se hacían realmente calidas. Eran sentimientos que nunca se esperan encontrar a través de un monitor, sentimientos que yo nunca había experimentado de esta forma. Tan fuerte, tan…real. La gente me llamará tonta y loca por sentir lo que siento hacia una persona que no conozco, pero se que no es locura, es amor, amor real que surgió de la nada, de conversaciones largas e intensas, de todas esas horas que nos pasamos hablando el y yo. Me acordé de que hubo una que se rió de mi; razon no le falta, es una locura, pero.... ¿Y qué?¿Es acaso una locura amar a alguien de la forma que le amo yo?¿Que hay de diferente a un amor que conoces menos tiempo incluso que el que le conozco yo a el, y surge, al amor que tenemos el y yo? “Ninguno” dije para mí misma. Es verdad, yo puedo amarle tanto a el como a cualquiera, incluso mas que a alguien de mi tierra. La gente no lo comprende, lo sé, yo antes tampoco, hasta que le conocí.

Volví a sonreír, ahora me acordé de su voz, y su acento, tan diferente al mio, pero que tanto me gustaba. No podía verle defectos, para mí era imposible que el los tuviera, había encontrado mi media naranja, el bien de mi mal, la luz en la oscuridad, mi alma gemela, el amor de mi vida. Todo era demasiado bueno para ser real, tenía que ser un sueño, no creía que hubiera nadie que me amara así, ni al que yo amara tanto… pero existía, claro que existía, lo tenia a unos cuantos kilómetros de mi, bastantes, sí, pero le sentía cerca…

Y mientras mis ojos caían agotados por el sueño, la sonrisa no se me iba… imaginándome a su lado, abrazada a él, tal y como yo anhelaba…

Tal y como yo deseo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario