domingo, 6 de septiembre de 2009

Sueño

Jim dormía plácidamente en su cama, cuando algo lo despertó. Sus padres estaban discutiendo otra vez. Por no querer escuchar el motivo de su pelea, se tapó la cabeza con la almohada, pero aún así, seguía escuchando los gritos de su madre.

- ¡Estoy harta de ti! Vienes a la hora que te da la gana, no cuidas a tus hijos, no ayudas en la casa, los pones en mi contra siempre…

- ¡Cierra la boca de una vez! – Se oyó la voz de su padre – Siempre la misma historia, si no te gusta tu vida, ¡muérete!

- ¿Qu…que me…que me m...?¿Cómo que me muera? ¡Asqueroso mantenido! Encima que soy yo la que trabaja, la que trae el dinero a casa, y la que lo hace todo, ¿y encima me dices que me muera? – Hubo una breve pausa – Vete…de…mi…casa…ahora – Dijo su madre entre dientes.

- ¿Quién eres tu para echarme? – Bramó su padre, después mencionó unas palabras que a Jim siempre le prohibían decir, y menos a las chicas; y acto seguido se oyó un golpe.

Jim se asustó, pero no se atrevió a moverse. ¿Qué había pasado allí fuera?¿Qué había sido ese golpetazo? Miró a su lado, y observó a su hermana gemela dormir plácidamente en su cama. La pequeña de siete años no se despertaba ni aunque su vida dependiera de ello. El niño se acercó a ella y comenzó a agitarla, para despertarla, pues quería ver que pasaba pero no se atrevía a ir solo. La pequeña, al abrir los ojos, clavó la mirada en su hermano gemelo, algo molesta. Ambos se miraron fijamente, centrándose en el color azul de sus ojos. Un azul turquesa, muy poco común, pero a la vez muy bello. Tras una pausa, Jim por fin le habló:

- Ha pasado algo.

- ¿Eh?¿Qué ha pasado?

- No lo se, por eso te he despertado, quiero que vengas conmigo afuera, al pasillo. Papá y mamá han discutido otra vez, pero al final he oído un golpetazo.

No necesitaron decirse nada más, ya que entre ellos había una fuerte conexión, y tenían como telepatía el uno del otro. Así que la pequeña se levantó y caminó hacia la puerta. Pero antes de abrirla, alguien caminaba hacia su habitación, así que los dos hermanos corrieron hacia sus camas, y se tumbaron, haciendo como que dormían. La puerta se abrió, y su padre se asomó, con la mano ensangrentada, y la cara llena de odio. Cerró la puerta y sus pasos se oyeron hasta desaparecer, tras abrir otra puerta, que al parecer fue la de la calle. Su padre, se había ido de casa. Los dos hermanos se miraron aterrorizados, y salieron corriendo por el pasillo. El corazón les latía muy fuerte, más que nunca porque su padre nunca había hecho eso. Normalmente, tras una discusión su madre se encerraba a llorar en el baño y su padre se iba a la cama. Después su madre entraba a su cuarto, les besaba la cabeza y se volvía a su dormitorio. Pero esta vez no. Ahora había sido demasiado fuerte. Cuando llegaron al salón, sus rostros emblanquecieron, muertos de miedo: Su madre se hallaba boca arriba, con la cabeza ensangrentada, y la mesa igual, por lo visto se había golpeado, no, ambos sabían que su padre le había pegado y la había intentado matar. Sin apenas respiración se acercaron a ella, quien giró la cabeza para poder mirarles bien, e intentó pronunciar unas palabras:

- S…siento que me veáis así…

- Fu…fue papá, ¿verdad? – Dijo la niña entre llantos.

- Me temo que si… No hemos tenido buena convivencia desde que nos casamos… Jim, Coconinia, siento que no hayáis tenido unos padres mejores, os merecéis mucho más. No merezco vivir.

- ¡No! Mamá no digas eso por favor…Te vas a curar, lo juro… - Dijo Coconinia, llorando, ya no podía controlar sus sentimientos, la visión era horrible. Jim a su lado estaba paralizado viendo la sangre. Pero reaccionó y cogió el teléfono y empezó a marcar.

- ¡Voy a llamar al hospital!¡Y a la policía!¡Y a los bomberos!¡Y…!

- No hijo, da igual, no merezco vivir después de esta vida que os he dado…

- ¡Mamá cállate!

A continuación, su madre cerró los ojos, cansada del esfuerzo que hacía para hablar.

Dos horas más tarde, en el hospital, los médicos examinaban a su madre.

- ¿Sois los hijos de Doña Elizabeth Pleyas? – Les preguntó el doctor. Ellos asintieron lentamente. – Tengo malas noticias, el golpe en la cabeza le ha afectado mucho, y me temo que se quede en coma permanente. ¿No tenéis más familiares con los que hablar? – Ellos negaron con la cabeza. Su madre y su padre eran su única familia, y los habían perdido. – Bien, en tal caso, procederemos a dejar que la naturaleza siga su curso. Lo siento muchísimo, pero tendréis que quedaros aquí hasta que venga la encargada del orfanato donde os vais a tener que quedar.

Los dos hermanos se miraron horroridazos al pensar en ir a un sitio así. Se miraron fijamente, y cuando el médico se dio la espalda, cogieron las llaves de su casa y salieron corriendo.

Más tarde, para ser exactos, once años mas tarde, Jim se despertaba de su sueño, asustado, por haber revivido aquel horrible recuerdo, aquel comienzo de su complicada vida, los dos solos.

2 comentarios:

  1. buah tia dices que escribo yo mejor? jajajaja que chiste en serio escribes genial espero leer prontico algun libro gracias por cierto por decirme este lugar es bastante comodo nos vemos

    ResponderEliminar